Podria tratarse de Carmen, Teresa o de Ti!
María es una mesera en Texas, Estados Unidos, cuya vida se transformó cuando un viejo vagabundo entró al restaurante donde ella trabajaba. El hombre olía mal y apenas podía caminar ayudado por un viejo bastón. Se sentó a una mesa justo en medio del lugar. Cuando María se acercó para tomar su orden, las cosas cambiaron rápidamente.
Lo atendió como a cualquier cliente, a pesar de que otros comensales comenzaron a quejarse por la apariencia y el olor del vagabundo, ya que, después de todo, ¿cómo iba a pagar por una comida? No tenía nada que hacer ahí.
Esto no importó a María, quien tomó la orden con una sonrisa. La cara del hombre cambió completamente al ver la manera en que lo atendía. Por primera vez en mucho tiempo alguien lo trataba como ser humano y no como un estorbo, alguien le hablaba con dignidad.
“Mi nombre es María; si necesita algo estaré aquí para atenderlo”, le dijo mientras le daba la carta. Las otras meseras la miraban raro e incluso le reclamaron por eso, y pidieron que lo sacara, pero ella lo defendió.
El gerente del restaurante permitió que se quedara, pero advirtió a María que si no tenía dinero para pagar, se lo descontaría a ella. Sin pensarlo mucho ésta dijo que sí, que una comida caliente no se le niega a nadie. El hombre pidió una orden de panqueques y huevos con tocino, servido con café. Cuando terminó de comer María se le acercó y le dijo que no se preocupara por la cuenta, que ella lo invitaba. El vagabundo agradeció con la cabeza y terminó su café. Cuando se retiró, María quedó completamente desconcertada. Al levantar el plato encontró un billete de 100 dólares, una tarjeta de presentación y una nota escrita en una servilleta: “Querida María, la respeto mucho y usted se respeta también, es evidente por la manera en que trata a los demás. Usted ha hallado el secreto de la felicidad. Sus gestos bondadosos la guiarán entre quienes la conozcan”.
La tarjeta era del dueño del restaurante, quien se disfrazó para ver cómo sus empleados trataban a los clientes, sin importar el aspecto de éstos. Una semana después María fue promovida a gerente del restaurant...
Que importante es la amabilidad! La actitud!
Lo atendió como a cualquier cliente, a pesar de que otros comensales comenzaron a quejarse por la apariencia y el olor del vagabundo, ya que, después de todo, ¿cómo iba a pagar por una comida? No tenía nada que hacer ahí.
Esto no importó a María, quien tomó la orden con una sonrisa. La cara del hombre cambió completamente al ver la manera en que lo atendía. Por primera vez en mucho tiempo alguien lo trataba como ser humano y no como un estorbo, alguien le hablaba con dignidad.
“Mi nombre es María; si necesita algo estaré aquí para atenderlo”, le dijo mientras le daba la carta. Las otras meseras la miraban raro e incluso le reclamaron por eso, y pidieron que lo sacara, pero ella lo defendió.
El gerente del restaurante permitió que se quedara, pero advirtió a María que si no tenía dinero para pagar, se lo descontaría a ella. Sin pensarlo mucho ésta dijo que sí, que una comida caliente no se le niega a nadie. El hombre pidió una orden de panqueques y huevos con tocino, servido con café. Cuando terminó de comer María se le acercó y le dijo que no se preocupara por la cuenta, que ella lo invitaba. El vagabundo agradeció con la cabeza y terminó su café. Cuando se retiró, María quedó completamente desconcertada. Al levantar el plato encontró un billete de 100 dólares, una tarjeta de presentación y una nota escrita en una servilleta: “Querida María, la respeto mucho y usted se respeta también, es evidente por la manera en que trata a los demás. Usted ha hallado el secreto de la felicidad. Sus gestos bondadosos la guiarán entre quienes la conozcan”.
La tarjeta era del dueño del restaurante, quien se disfrazó para ver cómo sus empleados trataban a los clientes, sin importar el aspecto de éstos. Una semana después María fue promovida a gerente del restaurant...
Que importante es la amabilidad! La actitud!
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