El Amor
El amor Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
(1 Corintios 13:7)
Una familia sin amor no logrará superar los retos que traerá la vida. Los miembros de la familia deben estar dispuestos a pedir perdón y perdonar, a creer en la bondad y el amor de los otros y a dejar pasar esas pequeñas manías o rarezas de los demás que a veces nos agobian.
El único amor perfecto es el de Dios. Llenemos nuestras vidas de él dejando que su amor fluya a través de nosotros y bendiga a toda la familia.
Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.
(1 Juan 4:16).
Todos anhelamos amar y ser amados. Desde el bebé que duerme plácidamente en los brazos de su madre hasta el anciano que espera con ansias la visita de sus hijos y familiares, todos tenemos una necesidad innata de sabernos importantes, valiosos y amados por otras personas.
El amor es uno de los temas más tratados en la literatura, el cine y la música. Hay infinidad de libros, canciones y poemas dedicados a él. La Biblia también nos habla mucho sobre el amor. De hecho, nos dice claramente que Dios es amor (1ª Juan 4:8) y en él encontramos el mejor ejemplo del amor verdadero e incondicional. Pero el amor como tal ha sido distorsionado a través de los siglos. Muchos lo equiparan con el sexo; otros, con el sentimiento de poder y control sobre otra persona. ¿Qué es en realidad el amor? ¿Cómo lo definimos?
Paciente: padece y soporta, resiste con entereza las debilidades y defectos de la otra persona.
Bondadoso: ofrece en todo momento el bien con amabilidad y dulzura.
Sin envidia: no resiente ni se entristece ante el bienestar de la otra persona. Más bien se alegra y celebra.
No se alaba en exceso ni está lleno de orgullo: no resalta sus méritos y cualidades en todo momento. No exalta sus sacrificios y esfuerzos ni menosprecia a la otra persona.
No es rudo: no es descortés, violento o grosero, sino que entiende y considera los sentimientos y el bien del otro.
No es egoísta: no demanda sus derechos ni exalta su propio interés. Presta atención y cuida los intereses de la otra persona.
No se enoja fácilmente: no pierde el control ni se ofende con facilidad.
No guarda rencor: no mantiene en su mente y corazón los errores y ofensas que, a su entender, ha cometido el otro.
No se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad: no se alegra cuando la persona amada comete un error. Se regocija cuando actúa con rectitud y corrección. Busca la verdad y actúa.
Todo lo disculpa: perdona y no anda difundiendo las faltas de la otra persona. Intenta entender los motivos.
Todo lo cree: confía en la bondad y los buenos motivos de la otra persona a menos que haya evidencia irrefutable de lo contrario.
Todo lo espera: tiene esperanza y es optimista. Confía en las promesas de Dios y está dispuesto a esperar para ver los cambios y las bendiciones anheladas.
Todo lo soporta: persevera y permanece con paciencia en medio de las pruebas y dificultades. No es pasivo sino activo; busca soluciones a los conflictos junto a la otra persona.
Nunca se extingue: No termina, no tiene fin, no se acaba. Es eterno.
El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.(1 Juan 4:16b)
Humanamente hablando nos puede parecer imposible amar así o encontrar a alguien que nos ame de esa manera. El amor verdadero no está basado en los sentimientos sino en la decisión de amar a alguien de forma incondicional y poner en práctica todas estas características buscando lo que es mejor para la otra persona. ¿Cómo lo logramos? Recibiendo ese amor! Cuando experimentamos nosotros mismos el amor incondicional de Dios, su perdón y su cuidado, la semilla de ese amor comienza a germinar en nuestros corazones y surge en nosotros el deseo de amar a los demás de la misma forma. Dios es el único que nos puede dar la capacidad de amar con tanta bondad y altruismo. Él es nuestro ejemplo de lo que es el amor verdadero. Dios nos amó tanto que envió a su Hijo Jesús a este mundo para que a través de su muerte y su resurrección fuéramos reconciliados con él por la eternidad. Lo hizo porque quiso, sin pedirnos nada antes. Y lo hizo por amor.
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados. (1 Juan 4:10). Nadie tiene amor más grande que el dar la vida por sus amigos. (Juan 15:13) Jesús quiere ser tu amigo más cercano. Él te ama tanto que decidió morir para salvarte.
Puede una madre olvidar a su niño de pecho, y dejar de amar al hijo que ha dado a luz? Aun cuando ella lo olvidara, ¡yo no te olvidaré! (Isaías 49:15).
En su amor, Dios te protege como un ave cuida de sus crías y las protege de los peligros del mundo.
Ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que, aunque era rico, por causa de ustedes se hizo pobre, para que mediante su pobreza ustedes llegaran a ser ricos. (2 Corintios 8:9)
Jesús dejó toda su gloria en el cielo y sufrió mucho por amor a ti. Jesús consideró que todo eso valía la pena porque te ama. El amor de Dios te da mucho valor. No busques su amor en lugares equivocados o en cisternas rotas, porque se esfumará. Prueba y Deléitate en el amor de tú Salvador, que es un amor que perdura para siempre!💖🙏🏼
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